En otras ocasiones hemos hablado en este blog de la importancia que para Santo Domingo y la espiritualidad dominicana tiene la Pasión del Señor. Fray Angélico nos ha pintado a Santo Domingo abrazado al pie de la cruz. La imagen de San Juan Macías que hay en nuestra iglesia tiene en una mano un crucifijo, una de sus mayores devociones. Más o menos contemporáneo de San Juan Macías era Fray Diego de Hojeda, dominico sevillano, del Convento del Rosario de Lima, que compuso un precioso poema dedicado a la pasión del Señor llamado "La Cristiada". Como cofradía "dominicana" sigamos el ejemplo de estos santos dominicos amando a Jesús Crucificado con todo nuestro corazón.
Dice así Diego de Hojeda poniendo estas palabras en la boca de un Cristo doliente, cargado con la Cruz y caído en su camino hacia el Calvario:
“¿Así me tratas hombre?, ¿así me tratas? De otra manera pienso yo tratarte, y en este duro campo más baratas, dulces victorias mil comunicarte: para que tú con más valor combatas, pretendo en esta cruz ejemplo darte: aprende, que la cruz en hombros toma tu Dios, y en ella a tu enemigo doma…
Por esta noble sangre oh Padre mío, con mi persona y su valor unida, por esta voz cansada que te envío apenas de los labios despedida, por este de mi rostro el sudor frío, y por mi caridad jamás vencida, te suplico buen Dios que les perdones y ablandes con amor sus corazones.
Esta sangre en el suelo derramada, que sangre de Dios es y sangre mía, de hombres vertida y de sus pies hollada, voces a ti de compasión te envía. No pretende oh Padre, ser vengada, como del justo Abel la sangre pía, que la derrama Dios por su criatura y así pide perdón y paz segura”.
Y remata el poeta:
“Queda Cristo sin fuerza respirando, que al un aliento alcanza el otro aliento, y pobre ya de anhélico, acerando, del resuello le priva el sentimiento: aún el aire oh Dios te va faltando para el usado y propio movimiento. ¡Qué más pobreza oh Rey, qué más pobreza, y para el hombre qué mayor riqueza!
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