febrero 20, 2010

Puente de la Victoria


Son tantas tus llagas y tus heridas que sería imposible contarlas. Pero a la vez son tantos y tantos mis pecados y las ocasiones en las que te decepciono con mis actos… Señor de la Victoria, haz que sea mi corazón, que es bueno, el que venza las malas ideas que a veces presenta mi cabeza. Que sea ese órgano principal de mi cuerpo el que esté conectado a ti permanentemente y el que permita que mi cabeza solo piense en ti. Es en esos momentos en los que la felicidad me inunda, cuando me doy cuenta de que esos ojos se fijan en mí, en que estás preocupado por uno de tus siervos, tan insignificante entre todos los que tienes, pero tan importante, tan singular y particular que hace que tus ojos se desvíen y me hagan sentir afortunado de que tu mirada se haya dirigido a este humilde servidor.

Ese puente esta deseando que tus benditos pies lo pisen a través del amor de tus hermanos de carga.

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