En la noche de hoy, madrugada del Sábado de Pasión al Domingo de Ramos, nuestro hermano Miguel Ángel Jorge Vadillo ha partido al camino junto al Padre. Se ha marchado ese ángel del cielo, que nos enseñó a vivir la vida a todos los que le conocimos. 17 primaveras en las que había saboreado cada día, cada hora de cada jornada.
Hace un año, se le detectó Leucemia, contra la que ha estado luchando todo este tiempo, una lucha que afrontó con valentía, con optimismo, mostrando una fortaleza enorme, que nos hacía percibir que esa durísima procesión que vivía se podía vivir con una sonrisa. Todo ese camino lo hizo siempre junto al Señor de la Victoria, quien día a día le acompañó en su corazón.
Ayer, toda la procesión se le dedicó a él, desde la salida a cada esfuerzo de los hermanos, fueron una entrega hacia ese hermano que no podía portar al Señor sobre sus hombros. Solo hace una semana, le pedía a mi padre que le dejase meterse bajo los varales y hoy, ya no está junto a nosotros.
Sinceramente no sé cómo rendirle un homenaje digno a una persona de la talla de Miguel Ángel. Cuando durante la retransmisión de esta mañana nos comunicó la triste noticia el hermano Juan Carlos Soler, compañero de Sentimiento Nazareno, no sabíamos si continuar la retransmisión, pues teníamos a nuestro hermano en el recuerdo y nuestro corazón se desgarraba desesperado, conocedor de que nunca más volverá a ver esa sonrisa en persona. Sin embargo, después de unas horas, nuestra fe nos hace conscientes de que por fin se acabó el sufrimiento de este joven de 17 años, que por fin está en la gloria del Padre, llevando a su Cristo de la Victoria de nuevo sobre sus hombros. Solo una o dos veces pudo llevarlo, ahora podrá hacerlo en la resurrección eternamente.
Siento la incoherencia de mis palabras, pero no esperaba que ese alma llena de vitalidad se nos fuese. Le echaremos de menos y siempre estará su recuerdo en esa cuadrilla del Cristo de la Victoria a la que pertenece y pertenecerá siempre.
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